Accesibilidad en el espacio público

Más allá del desarrollo tecnológico de una ciudad es necesario reflexionar sobre qué nivel de accesibilidad le ofrece a las personas que tienen alguna discapacidad el lugar que habitamos. Los aspectos físicos son los que permiten a las personas con discapacidad moverse de un lugar a otro de la ciudad sin barreras, con autonomía.

En la actualidad las llamadas ciudades inteligentes, aquellas que usan la tecnología para incrementar la eficiencia y sostenibilidad de sus servicios, son muy ponderadas. Sin embargo, es importante preguntarse qué ofrece una ciudad con relación a la inclusión la accesibilidad, ya que su diseño y funcionalidad para una persona con discapacidad física o intelectual es muy importante. Cuando hablamos de accesibilidad pensamos en la inclusión de todos y todas los ciudadanos y ciudadanas en los espacios públicos y privados. La movilidad o accesibilidad urbana se refiere a la facilidad con la que cualquier persona puede acceder a los diversos espacios exteriores de su entorno.

Cómo están diseñadas las ciudades impacta en cómo se relacionan sus ciudadanos y cómo se desarrolla la actividad económica y social: cómo sea la ciudad en la que vivimos influirá en nuestra calidad de vida. Pero, más allá de las factores económicos y sociales que ofrece, o no, una ciudad a las personas con discapacidad que la habitan, destacaremos los aspectos físicos, que son los que permiten que la misma pueda moverse de un lugar a otro en la ciudad con autonomía. Esto es fundamental para poder ir al trabajo, a estudiar, a realizar actividades de ocio, al médico, es decir, para poder realizar cualquier actividad de la vida cotidiana.

Algunos elementos básicos que permitirían libertad y seguridad al moverse en la ciudad son: veredas anchas y lisas (para sillas de ruedas), rampas en las esquinas, sin postes o luces en lugares no habituales o autos estacionados al lado; estaciones de subte con ascensor y escaleras mecánicas que funcionen; semáforos con voz; carteles con información en Braille e imágenes simples; que los estacionamientos tengan zonas reservadas y señalizadas para vehículos que transporten personas con movilidad reducida, cercanas a los accesos peatonales; señales verticales y elementos urbanos varios, entre otras cuestiones.

Lo explicitado anteriormente hace que la vida cotidiana de las personas con alguna discapacidad sea más amigable. En nuestro país la Ley Nº 24.314 de Accesibilidad de personas con movilidad reducida es la que rige este tema de suma importancia. En su artículo 20º establece la “necesidad de supresión de barreras físicas en los ámbitos urbanos, arquitectónicos y del transporte con el fin de lograr la accesibilidad para las personas con movilidad reducida mediante una serie de aplicación de normas”.

En la práctica, varias ciudades de nuestro país y del mundo cuentan con normativa y reglamentaciones vinculadas al mejoramiento de las condiciones de seguridad y autonomía en la vía pública para las personas con movilidad reducida. Algunos de esos lugares comenzaron teniendo como objetivo mejorar la infraestructura de accesibilidad en todas las veredas, espacios verdes, principalmente en las esquinas los lugares más transitados. Luego, se generaron mecanismos para que el peatón pudiera arbitrar medios confiables para cruzar las calles, usar el transporte público y disfrutar de los espacios verdes.

Todo lo detallado tiene fundamentos urbanos y sociales. Para ello, los gobiernos municipales, provinciales y el nacional -así como los organismos de control y los que garantizan los derechos de todas las personas- deben realizar un trabajo conjunto de realización de obras y concientización referidas a la accesibilidad y a la inclusión en las ciudades, comunicando claramente las prioridades peatonales. De este modo se generarían menos accidentes de tránsito en la ciudad, más respecto a los peatones por parte de los conductores y mejores condiciones de convivencia en el tránsito cotidiano, lo que mejoraría la imagen la ciudad.